El Rambler
El Rambler
El auto estaba cerca, es decir: sabíamos que nuestro padre había averiguado en alguna concesionaria, el valor de un vehículo familiar que iba a ser el primero que nos llevaría de paseo o por trabajo de manera autónoma sin depender de otras voluntades ni choferes de colectivos de pasajeros.
Por el presupuesto que mi padre pensaba invertir, luego de trabajar como boticario más de ocho años en aquel pueblo de campaña, y por la marca mencionada sospechábamos que sería por lo menos un Jeep IKA de caja corta carrozada, o una Estanciera de la misma marca un poco más amplia que el anterior y mejor que un Jeep de caja larga.
Durante meses, cuando veíamos por la avenida Rivadavia algún vehículo de los mencionados mientras esperábamos un transporte que desde Ciudadela nos llevara a Junín, señalábamos y nos ponía contentos ver jeeps o estancieras como las potenciales compras que mi padre haría en un corto plazo.
--¡Ése!, ¡NOOO!! ¡Aquél!!— así jugábamos a adivinar cuál sería el preferido por mi padre.
Por fin llegó el día y con mi padre nos trasladamos desde el pueblo hacia la concesionaria de la marca ubicada en el boulevard de la ciudad a donde llegamos con el transporte de colectivos local en horas de la mañana.
Luego del papeleo de práctica en el escritorio del vendedor, mi padre abonó lo pactado y pregunté al vendedor de qué color era el jeep y me contestó:
--Es aquel Rambler gris.
Grande fue mi sorpresa al recibir esas llaves del modelo Classic, 4 puertas y tratar de manejar ese vehículo. Yo sabía la teoría del manejo vehicular pues veía a los choferes de ómnibus o colectivos maniobrar el volante, o a mis amigos que me llevaban en su auto y prestaba atención a las ocasiones en que se usaban el acelerador,
lo mejor
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